Ley de vida

Tropezar dos veces con la misma piedra es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia

martes, 12 de abril de 2011

Un mundo ciego

Esta es mi historia, la historia de un mundo, que sin avisar, se  introdujo en la penumbra, se zambulló en la oscuridad. ¿O más bien en la luz?...

Aquí estoy yo, el típico chico feo, aunque buen deportista y a mis ojos, guapo. En lo único que triunfaba es en gustarles a las moscas. Y para rematar, mi amor platónico, como no, es la guapa de mi calle, si se puede decir calle. Ángela, una bandera inalcanzable para mí. Es más fácil ver una hormiga en la luna que ella me coja de la mano. Pero vi que me equivocaba. Sin previo aviso, Dios quiso que el mundo dejara de ver con los ojos, para empezar con el corazón. Recordar, como muchas otras cosas, que es más importante  la nuez que la cáscara. 
En lugar del canto de los pájaros, me despertaron los gritos de los sabioteños, me levanté de la cama a oscuras, preguntándome qué estaba pasando. Tanteé a ciegas la pared buscando el interruptor, y lo pulsé. Espere dos minutos, esperando que mis ojos se acostumbraran, pero algo iba mal. ¿Estoy soñando? ¿Qué está pasando, porque no puedo ver? Busqué a ciegas la puerta.  Mi corazón iba a mil por hora, pero no podía gritar. ¿Para qué? Vivo solo, soy un veinteañero en paro. Mi familia reside a 500 metros de mí, bajo tierra. Y los gritos de Ángela ya se oían desde aquí, por lo que no parecía un hecho aislado.
Bajé corriendo, en la medida de lo posible, las escaleras en busca de la calle. Me dejé la puerta abierta, ya que no llevaba llaves y paso a paso, por la pared, llegué a la casa de Ángela. La puerta estaba abierta, parecía que el pánico había cundido en ella también. Oí unos números marcándose desde el salón. En ese momento me reí un poco, nunca había entrado allí pero ya sabía dónde estaba cada cosa, tenía estudiado su casa a la perfección.  Guiándome por las paredes entré en por el salón. Pero tropecé con algo.

-          Alto, ¿quién anda ahí? Tengo un cuchillo y no dudaré en usarlo.
Estaba asustada, como no. Yo más que asustado, estaba acojonado.  Además, ella misma se había delatado con esa pregunta. Ella tampoco veía.

-          Soy Juan, tu vecino.- dejé una pausa de tres segundos, y después continué  - Creó que te está pasando lo mismo que a mí. Al despertarme no veía nada, y al oír tus gritos he pensado en si te podía ayudar, pero si quieres me voy…-
Ángela guardó silencio, seguramente pensando entre confiar o no confiar en mí. Al parecer se decidió no estar sola, ella, al igual que yo, también estaba sola. Y en tiempos de  una crisis como esta, lo mejor era tener a alguien al lado para ayudar…



Y aquí estoy ahora mismo, el mundo lleva ciego 3 semanas. Ángela y yo vivimos juntos en mi casa. Algo más grande que la suya, y con dos camas, debido a que vivía con mi difunto hermano. El mundo está tranquilo, nadie tiene problemas con nadie,  nadie trabaja, nadie hace nada. La gente forma grupos de personas, para ayudarse entre ellas, y sin intentar molestar a los demás, ya que la inseguridad de uno mismo se respira por todos lados.  Conseguimos sobrevivir con lo que hay en los supermercados, con lo que tenemos en casa, sin importarnos el dinero. Una nueva ley se ha impuesto a nivel mundial. -TODO ES DE TODOS, SIN IMPORTAR EL DINERO-. Todo esto, aunque difícil de creer, también tenía un lado bueno, el matón se juntaba con el débil, el guapo con el feo, la inteligente con la tonta, no existía marginación social, ni por aspecto, ni por mente.
  A partir de las dos semanas la radio empezó a emitir, ya que la tele no hacía falta obviamente. El único trabajo que seguía en pie, si se puede llamar trabajo, era la iglesia, que decía que esto era “una prueba de Dios”.
“La época negra”, “La oscuridad eterna” o “La historia de miedo”  eran los títulos más comunes que se le solía dar a este periodo de crisis. Yo, sin embargo, a diferencia der todo el mundo, estaba encantado. Tenía todo mis sueños cumplidos, no iba a trabajar, y tenía mi sueño más importante, a Ángela a mi lado. No nos despegábamos en todo el día, y tal vez, solo tal vez, puede estar empezando a enamorarse de mí.

Era domingo, ya no nos guiábamos por las horas, la gente se acostaba y se levantaba cuando tenía ganas. Sean las cinco de la madrugada, como las dos de la tarde. Pero la radio nos decía continuamente los días. Ángela y yo ya nos íbamos a dormir, estábamos cansados.  Pero algo cambió, en lugar de las buenas noches diarias, me dio un beso, yo me revolucioné. Mi corazón se puso a mil por hora,  pero ella me tranquilizó y  despidiéndose con una caricia, cada uno nos acostamos en nuestra cama.  Sentí como ella ya se había dormido, yo no paraba de darle vueltas a la bendición que me había caído, y me dormí dando gracias a Dios…

 Me levanté temblando a media mañana, encendí la luz, y mis ojos se llenaron de lágrimas. Podía ver, había sido todo una mierda de pesadilla. Pegué un puñetazo en la pared. Y me tumbé de nuevo en la cama.  ¿Una pesadilla? Yo diría más bien un sueño… un sueño que hubiera deseado que se cumpliera…… y me dormí. 

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